He tenido más de una razón para echar a correr y no mirar atrás, pero huir es de cobardes, ¿no?. He querido tirar la toalla infinidad de veces, pero me daba pereza tener que recogerla después. He estado cuatro años intensos enamorada de la misma persona, de sus defectos, de sus abrazos por la noche antes de dormir, de sus caras de enfadado seguidas de una inevitable sonrisa, de sus tonterías. Los martes trece pasaron a convertirse en mis días preferidos. He llorado durante 31 días sin saber por qué. Me he cabreado en infinidad de ocasiones sin tener una razón. He sonreído tantas veces que me faltaban horas del día para hacerlo. He echado a personas de mi vida que realmente merecían estar en ella, y hay otras que me han hecho el favor de irse solas. He contado minuto a minuto del reloj, rezando porque las agujas dejasen de correr pero el tiempo pasaba aún más deprisa, y también he querido que las horas volasen pero se detuvo el reloj por un momento. He estado rodeada de gente mala en mi vida, pero doy gracias por las personas que tengo hoy a mi lado. He tenido cinco amores a primera vista y alguno que otro a primera pista. He bailado y cantado hasta que ha salido el sol luchando contra el dolor de los tacones en mis pies. He visto el amanecer tirada en la playa. He hecho tantas tonterías que hay gente que ya no me toma en serio. He dejado aparcadas canciones porque las asociaba con momentos que no quiero recordar. He bailado bajo la lluvia cantando ‘i’m singing in the rain’ creyéndome la protagonista del videoclip de mi propia vida. He gritado mucho, muchísimo, hasta llegar a ponerme ronca. He saltado en los charcos mientras el resto del mundo los evitaba. Me han fallado muchas personas, pero yo he fallado a muchas otras. Me he puesto metas que yo misma sabía que nunca iba a intentar alcanzar, y propósitos que nunca cumpliría. He dicho ‘yo nunca haría..’ y finalmente he tenido que tragarme mis palabras. He hecho favores a personas sin recibir ni un simple ‘gracias’ a cambio. He sido muy orgullosa en momentos que sabía que no llevaba la razón. Me he negado a pedir perdón cuando sabía que debía hacerlo. Me he reído de mí misma infinidad de veces. Me he visto incapaz de decir ‘te quiero’ cuando en realidad lo sentía. He mentido sin tener un por qué, y he pecado de sincera en otras ocasiones. He sumado momentos a mi vida, y he restado muchos otros que no merecen ser recordados. Me he agobiado hasta el punto de bloquearme y no saber qué hacer. Tengo tantos defectos que no existen bolis para escribirlos. Tengo miles de libretas en blanco que me da pena utilizar. Tengo la manía de hacer planes que nunca se realizarán, y de organizar mis días, minuto a minuto. Soy de las que dice ‘la esperanza es lo último que se pierde’, y después soy la primera en perderla. Soy muy negativa conmigo misma, pero muy optimista con el resto de la gente. Siempre que como algo dulce, necesito comer algo salado después. He tenido una misma canción en la cabeza durante días enteros sin que ésta me gustase. Se me ha pegado el bostezo de gente que pasaba por mi lado caminando por la calle. He intentado estornudar con los ojos abiertos muchas veces, aún dándome cuenta la primera vez de que era imposible. He comido lo mismo durante tres días por pereza a cocinar. He escuchado música durante once horas seguidas. He aprendido que los celos no llevan a ninguna parte y que hay cosas por las que no debemos derramar ni una lágrima.
He aprendido y vivido muchas cosas, pero no son comparables a todas las que me quedan por pasar, porque ‘la vida no se mide por las veces que respiras, sino por aquellos momentos que te dejaron sin aliento’
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